Las infraestructuras críticas (IC) desempeñan un papel central en el funcionamiento de las sociedades modernas. Una interrupción en los servicios de telecomunicaciones, transporte, energía o salud generaría graves consecuencias para un país, por lo que estos operadores deben proteger dichos activos tanto de las amenazas naturales como de las provocadas por el hombre.
Conocedores de que un fallo en los sistemas de TI o TO de cualquiera de estas entidades provocaría una parada de su actividad, incluso podría arrastrar a otras dependientes de la misma, los cibercriminales ponen cada vez más empeño en socavar estas infraestructuras; principalmente a través de campañas de ransomware, ahora mucho más letales gracias a la inteligencia artificial.
Para prevenir, bloquear y responder a estas amenazas, los gestores de infraestructuras críticas deben esforzarse por conseguir la máxima invulnerabilidad, para que nada altere su actividad mientras cumplen con las normativas de ciberseguridad. Es el caso de la Directiva NIS2, que a escala europea recoge los requisitos mínimos para la seguridad de las TI de estos operadores. En concreto, esta normativa detalla que, entre otras, dichos operadores deben implementar tecnologías avanzadas para la protección de datos, como el cifrado de extremo a extremo, y otras destinadas a salvaguardar la red y los endpoint. Al final, lo que se busca es mejorar la resiliencia y la capacidad de respuesta y recuperación ante ciberincidentes y, por supuesto, evitar que la actividad de estas organizaciones se vea alterada.
Elegir soluciones cualificadas y de confianza
Afortunadamente, hoy en día, las infraestructuras críticas son gestionadas por equipos cada vez más competentes, de cara a avalar la seguridad de sus sistemas informáticos y acatar el cumplimiento.
Un buen primer paso para garantizar el cumplimiento es elegir productos de seguridad de confianza, recomendados y/o aprobados por organismos internacionales (CC, CCN o la ANSSI). Una solución certificada cumple con el marco regulatorio y ofrece mayor tranquilidad al haber sido probada a niveles muy exigentes.
Igual de importante es también adoptar tecnologías contrastadas y reforzadas. Hoy en día, muchos ataques se dirigen contra las propias soluciones de ciberseguridad, por lo que emplear productos de ciberseguridad robustecidos, con una arquitectura de software mejorada y capaces de repeler los ciberataques dirigidos directamente contra ellos, dará a estas empresas un toque extra de ciberserenidad.
Existen soluciones que ayudan a las empresas a cumplir estos requisitos mejorando la ciberresistencia de sus infraestructuras, como Stormshield Network Security (SNS) y Stormshield Endpoint Security (SES), que permiten a los operadores de servicios esenciales desplegar herramientas de seguridad que optimizan el nivel de protección de sus sistemas de información vitales. Los datos, por su parte, quedan salvaguardados con SNS, que facilita la creación de túneles de cifrado a través de redes privadas virtuales, y con Stormshield Data Security (SDS), que asegura un cifrado de extremo a extremo.
Al elegir Stormshield, estas entidades se benefician, además, de soluciones certificadas y calificadas al más alto nivel europeo (CCN, ANSSI…), y que se someten a un proceso de refuerzo y endurecimiento continuo, a fin de ser mucho más resistentes contra los ciberataques que intentan explotar la propia solución. Gracias a este enfoque sólido y fiable, sus productos se alinean con las normas establecidas por directrices como NIS2.
Con Stormshield, las entidades de servicios esenciales elevan su nivel de protección, cualificación y conformidad gracias a un catálogo de soluciones reforzadas, fiables y evolutivas.