Nos guste o no, el fraude está aquí para quedarse. Pero podemos hacer la vida más difícil a los estafadores si estamos preparados y armados con la mejor tecnología posible para combatirlos. El fraude es una amenaza tanto para el sector de servicios financieros como para los clientes de las instituciones financieras de todo el mundo. El informe publicado por Financial Fraud Action UK en 2016 apuntó a un aumento continuo de este tipo de estafa, con pérdidas valoradas en más de 980 millones de dólares. Según un estudio realizado por MetLife, las personas mayores corren un especial riesgo: los casos reportados de explotación financiera indican que perdieron casi 3.000 millones de dólares al año.
Gran parte del fraude financiero de hoy supone el robo online de información relacionada con la identificación personal y el acceso a cuentas. Con estos datos, los estafadores explotan el aumento de las transacciones financieras online y del comercio electrónico, junto con sus vulnerabilidades inherentes. Para los malhechores que cometen delitos financieros utilizando la tecnología, la identidad, los datos de acceso a la cuenta y los de pago son las llaves de oro que abren la puerta de las cámaras bancarias.
Los desafíos del mundo ‘online’
El informe de LexisNexis True Cost of Fraud de 2017 indica que cada dólar de fraude minorista les cuesta a las instituciones financieras aproximadamente 2,66 dólares. Para las organizaciones que venden productos digitales y/o que realizan sus transacciones comerciales online principalmente, el coste estimado es aún mayor: 3,48 dólares. En cuanto a los resultados finales, los costes del fraude se estimaron en casi el 2 por ciento de los ingresos anuales en los negocios minoristas, de comercio electrónico, servicios financieros y préstamos digitales. Las empresas que venden productos digitales y/o realizan transacciones principalmente en línea reciben un golpe aún más fuerte, con pérdidas estimadas del 2,51 por ciento de los ingresos anuales.
Colin Bristow, especialista en fraude y lucha contra el blanqueo de capitales en SAS UK & Ireland, ha declarado: «Los delincuentes están cambiando su vía de ataque. A medida que nos trasladamos cada vez más al mundo online, las cifras de este tipo de delitos indican que el fraude se ha convertido en uno de los mayores problemas de la sociedad». Según Bristow, a las compañías les conviene explotar la información que recopilan en relación con las transacciones financieras para identificar tendencias y anomalías, y para evitar pérdidas por fraude antes de que ocurran.
Bristow sugiere que «el sector de servicios financieros necesita trabajar más en el uso de la información personal para encontrar nuevas formas de resolver los mayores desafíos de la sociedad. Esto incluye el fraude. La utilización de software de análisis eficaz para el volumen de datos existente, la aplicación de los avances tecnológicos y el desarrollo de procesos operativos sólidos nos permitirán recuperar la ventaja frente a los estafadores expertos. Nos permitirán interrogar de forma proactiva los datos y construir defensas multicapa utilizando la detección de anomalías, el aprendizaje automático y las redes antifraude, adoptando así un enfoque holístico para la detección eficaz del fraude».
Las soluciones de inteligencia total de datos ofrecen una comprensión contextualizada de los riesgos de delitos financieros en la organización.
Las pérdidas abarcan a todo el sector financiero e incluyen el fraude crediticio, el hipotecario, el robo de identidad y el asociado con el comercio minorista y el electrónico tradicionales. Los estafadores incluyen sujetos y grupos delictivos organizados, así como empleados que abusan de su acceso a los sistemas corporativos de las entidades financieras y a la información privilegiada de clientes.
Amenazas externas e internas
En 2011, la Oficina del Fiscal del Distrito de Manhattan acusó a 94 personas de delitos relacionados con el depósito de cheques fraudulentos en cuentas de ahorro y la retirada inmediata de los fondos a través de cajeros automáticos bancarios, sin pasar por el típico período de espera. El fiscal del distrito estimó que las pérdidas para el banco podrían llegar a un millón de dólares.
En otro caso, el fiscal del distrito de Manhattan acusó a 18 individuos por delitos de acceso a la información de identificación personal de los clientes del banco y el uso de ella para fabricar y negociar más de mil cheques falsificados. Se afirma que los acusados robaron más de 1,4 millones de dólares de 500 cuentas en más de 15 instituciones financieras diferentes.
En febrero de 2018, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos anunció las acusaciones formales de 36 sospechosos en este país, Australia, Reino Unido, Italia, Francia y Serbia, presuntamente involucrados en el robo de identidad. Se alega que habían realizado estafas con tarjetas de crédito y débito durante un período de siete años, lo que resultó en pérdidas de más de 500 millones de dólares.
Según una encuesta de TD Bank de 2016, el fraude se convertirá en una amenaza mayor para el sector de servicios financieros en los próximos dos o tres años. TSYS, un proveedor de procesamiento de tarjetas de crédito y otros servicios, estima que las pérdidas totales por fraude incurridas por las instituciones financieras y los comerciantes fueron de 21.400 millones de dólares en 2015 y alcanzarán los 31.000 millones para el año 2020.
Más allá del análisis de ‘big data’
Las cifras son convincentes y, en todo caso, deberían servir como una llamada de atención a las instituciones financieras para que hagan todo lo posible para protegerse, investigar y remediar el fraude de la manera más eficiente posible. Se necesitan sistemas efectivos para detectar y prevenir los delitos financieros e investigar, seria y proporcionalmente todos los informes de actividades ilegales.
El monitoreo de transacciones y el análisis de datos estructurados son vitales para detectar actividades anómalas. Pero, ¿cómo rastrear las pistas que se ocultan en los datos y las comunicaciones generados por las personas?
Las soluciones de inteligencia total de datos son capaces de recopilar, procesar y analizar terabytes de datos generados por humanos, llegando a los almacenes de datos más complejos y de difícil acceso. Permiten sacar a la superficie más rápido los hechos críticos, al identificar y clasificar automáticamente los indicadores de riesgo en los datos generados por el hombre.
De este modo es posible descubrir automáticamente patrones de comunicación y otras conexiones ocultas entre personas, objetos, ubicaciones y eventos. Los investigadores pueden supervisar exhaustivamente la actividad del usuario en el punto final para trazar la línea que permite distinguir entre la sospecha y la prueba, brindando la información y el contexto que se necesitan para perseguir a los culpables.
Las soluciones de inteligencia total de datos ofrecen una comprensión contextualizada de los riesgos de delitos financieros en la organización y presentan una imagen mucho más completa que el análisis de datos estructurados por sí solo. Estas soluciones permiten minimizar de manera proactiva las oportunidades de fraude, soborno y corrupción. Reducen el riesgo de multas por incumplimiento de normativas, daños a la reputación y sanciones penales contra altos ejecutivos y aportan a las organizaciones la ventaja que necesitan para tomar decisiones rápidas e informadas ante el fraude.