Red Seguridad 102
106 red seguridad tercer trimestre 2023 opinión una de ellas, pero todas comparten los mismos peligros, entre los que se pue- den citar los monstruos marinos (reales o ficticios), la climatología adversa o los maremotos. Del mismo modo, todas las ciudades inteligentes, independiente- mente de su antigüedad, tamaño o pro- pósito, se enfrentan a peligros similares en materia de ciberseguridad. Sin duda, uno de los principales es el volumen de la amenaza. No importa el número de personas empadronadas, el tamaño de los recursos disponibles para proteger los activos de una ciu- dad inteligente resulta inferior en varios órdenes de magnitud. Todo el mundo quiere explotar las nuevas oportunida- des. La velocidad de crecimiento de las necesidades escala con mayor rapidez que la de las herramientas de gestión, y eso sin contar con la curva de aprendi- zaje, aunque nos pongamos en manos de una Inteligencia Artificial. Aquí es donde los oponentes pueden disponer de una ventaja. Si incorpora- mos la ciberseguridad en el embrión de cada proyecto, deberíamos ser capaces –salvo que Pareto estuviera equivoca- do– de cubrir el 80 por ciento de los casos con un 20 por ciento del esfuer- zo en situaciones tan sensibles como el descubrimiento y corrección de vulnera- bilidades de las infraestructuras críticas o la detección, contención y respuesta de amenazas en la convergencia IT/OT. ‘Citiborgs’ Lo reconozco, me acabo de inventar el palabro (por cierto, ‘palabro’ sí está en la Real Academia Española). Llevo un tiempo diciendo que, aprovechando que en Europa tenemos claro que los datos pertenecen a las personas, debe- ríamos imaginar las ciudades como si fueran una persona para entender que los datos de una urbe pertenecen a su ciudadanía. Siguiendo con el símil, una persona que se implanta dispositivos para me- jorar capacidades de su parte orgánica se denomina ‘cíborg’, y por eso me ha parecido creativo imaginar que una ciu- dad que se implanta dispositivos sería un ‘citiborg’. Sí, estoy hablando del In- ternet de las Cosas. Miles, millones de cachivaches de todo tipo expuestos físicamente en las calles, con acceso de administración y comunicación bidireccional para entre- gar datos de sus sensores y recibir ins- trucciones para sus actuadores. ¿Qué podría salir mal? No sé si a vosotros se os ocurren opciones, pero a mí me pa- gan por pensar como si fuera malo. Es fácil imaginar un escenario distópico en el que cualquier servicio municipal sea víctima de un ransomware : transportes públicos, tributos, semafórica, sumi- nistros, emergencias… Elige tu propia aventura. Sin llegar a ponerse en lo peor, el momento actual presenta: una torre de babel tecnológica, donde el regulador necesita alinear la interoperabilidad de un incontable número de fabricantes e integradores; necesidades de au- tenticación robusta que no suelen ser compatibles con las capacidades ener- géticas de los dispositivos; diseños que soporten operaciones idempotentes para ofrecer resistencia ante la pérdida de datos; o protección contra la altera- ción y destrucción física. El ojo que todo lo ve “La libertad es la esclavitud”. Como pro- bablemente ya hayas supuesto, la frase no es mía. La escribió George Orwell en la novela 1984, en la que un Estado totalitario preserva pretendidamente la seguridad pública a cambio de vulnerar las libertades ciudadanas. Una epifanía de lo que parecía esperarle al planeta a la vuelta de la esquina. Según dicen Rebecca Moody y Charlotte Bond en su estudio sobre las ciudades más vigiladas del mundo para Comparitech, en 2023, Madrid y Barcelona reconocen 28.272 y 13.705 cámaras en sus calles, con un reparto de 4,19 y 2,41 por cada mil personas respectivamente. Todavía muy lejos de la proporción de 83,32 y 60,57 de las ciudades indias de Hyderabad e Indore y a años luz de las más de las ¡439,07 estimadas en las grandes urbes de Chi- na! La proliferación de cámaras de vi- deovigilancia en las calles de nuestras ciudades es algo que ya no sorprende a nadie. Es indudable que esta tecnología resulta de una gran utilidad en el desa- rrollo de una ciudad inteligente para el control de tráfico, la gestión de aforo o las tareas de videovigilancia. Sobre este último caso, la Agencia Es- pañola de Protección de Datos ha iden- tificado los posibles problemas de pri- vacidad y ha elaborado diversas fichas prácticas, pero la resolución de las cá- maras en el resto de los casos podría ha- Todas las ciudades inteligentes se enfrentan a peligros similares en ciberseguridad
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