La inteligencia artificial (IA) ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años, impulsando avances tecnológicos impresionantes en sectores como la medicina, la educación y la seguridad. Sin embargo, como sucede con muchas innovaciones, la IA también ha dado lugar a una serie de desafíos éticos y de seguridad –particularmente en el ámbito de la suplantación de identidad y la creación de falsificaciones o deepfakes– desde la creación de rostros falsos que parecen extremadamente reales hasta la manipulación de voces y videos.
En este sentido, la IA está jugando un papel cada vez más importante en actividades maliciosas, si bien simultáneamente se utiliza para desarrollar soluciones para defenderse contra estos abusos. En definitiva, se trata de la IA contra la IA.
Creación de ‘deepfakes’
Entre los mayores problemas que esta arma de doble filo ha introducido es la creación de falsificaciones avanzadas, los denominados deepfakes, o videos falsos generados mediante redes neuronales que pueden hacer que una persona parezca estar diciendo o haciendo algo que nunca sucedió. A medida que estas herramientas se perfeccionan, se hace cada vez más difícil distinguir entre lo real y lo fabricado, lo que plantea enormes riesgos para la privacidad, la seguridad y la confianza en la información digital.
La suplantación de identidad también ha alcanzado nuevas dimensiones gracias a la IA. Por ejemplo, mediante el uso de algoritmos de machine learning y por un coste reducido, es posible recrear la voz de una persona con solo una pequeña muestra de audio, permitiendo que estafadores imiten a otros con gran precisión. Estas técnicas están siendo utilizadas en fraudes financieros, extorsiones y desinformación, y están erosionando la confianza en el contenido digital y las comunicaciones personales.
Si bien la IA tiene aplicaciones y utilidades legítimas, también pueden ser utilizadas para enviar mensajes de phishing, redactar campañas de desinformación o incluso manipular conversaciones públicas en redes sociales.
Doble uso de la IA
A medida que las amenazas impulsadas por la IA se vuelven más sofisticadas, también deben hacerlo las contramedidas. La paradoja interesante aquí es que la IA, aunque es una herramienta poderosa en manos de actores malintencionados, también es la clave para defenderse contra estos mismos ataques. De hecho, la propia IA está demostrando ser una aliada esencial para detectar y mitigar los efectos de la suplantación de identidad y los fakes.
Uno de los avances más importantes en la lucha contra la manipulación audiovisual es el desarrollo de algoritmos de IA que detectan deepfakes. Aunque los deepfakes pueden ser extremadamente convincentes, a menudo contienen pequeños errores o inconsistencias que son difíciles de detectar a simple vista, pero que pueden ser captados por una IA entrenada para buscar esas señales. Estas señales pueden incluir la falta de parpadeo natural en los ojos de una persona en un video falso, inconsistencias en la iluminación o en los movimientos de los labios que no coinciden perfectamente con el audio.
Los investigadores están desarrollando redes neuronales capaces de analizar grandes cantidades de videos en busca de estas anomalías. Un ejemplo notable es el uso de modelos de aprendizaje profundo para identificar patrones biométricos en rostros reales que no se replican de manera exacta en deepfakes. Estas técnicas están mejorando rápidamente, lo que permite a las plataformas de redes sociales y a los proveedores de servicios digitales identificar contenido manipulado antes de que se vuelva viral.
Suplantación de identidad
Además de detectar deepfakes, la IA está siendo utilizada para mejorar los sistemas de autenticación y prevención de suplantación de identidad. Uno de los enfoques más prometedores es el uso de sistemas biométricos avanzados, que utilizan datos como la voz, la huella dactilar o el reconocimiento facial para autenticar a los usuarios. Estos sistemas pueden analizar de manera extremadamente precisa características biométricas que son difíciles de falsificar, incluso con tecnología de deepfake.
Por ejemplo, en el ámbito de la ciberseguridad, las IA pueden monitorear patrones de inicio de sesión, la ubicación geográfica de los usuarios y las características de la interacción en línea como la velocidad de escritura, inclinación habitual del dispositivo, entre otros para detectar anomalías que sugieran que una cuenta ha sido comprometida. Si un sistema detecta que alguien está accediendo a una cuenta desde una ubicación inusual, o que un mensaje contiene características típicas de una estafa, puede alertar a los usuarios o bloquear el acceso de inmediato.
Uso en el ámbito financiero
Además, en el ámbito financiero, las IA están siendo utilizadas para analizar transacciones en busca de patrones irregulares que podrían indicar fraudes. Estos sistemas pueden aprender y ajustarse con el tiempo, lo que les permite identificar nuevos tipos de ataques a medida que emergen.
Si bien, la tecnología de IA para detectar y prevenir suplantaciones y fakes está avanzando rápidamente, la adopción de estas soluciones por parte de las empresas y las plataformas digitales no es suficiente. Se necesita un marco regulatorio robusto que exija la implementación de herramientas de detección de IA y que garantice que los actores malintencionados sean responsables de sus acciones.
A medida que la IA sigue evolucionando, es crucial que las empresas, los gobiernos y la sociedad en su conjunto colaboren para desarrollar y adoptar soluciones que protejan a las personas y los sistemas digitales de la suplantación de identidad y otros ataques maliciosos, asegurando que la tecnología siga siendo una fuerza para el bien.