Ya nadie duda de las ventajas que supone la digitalización de la economía y de su impacto positivo en la cuenta de resultados de las empresas. Sin embargo, en este proceso de transformación existe un lado oscuro que amenaza con poner en jaque la oportunidad de mejora que ofrece este mundo de unos y ceros. Y es que la digitalización de los negocios está obligando a que todas las empresas, pequeñas y grandes, tengan que asumir un grado mayor de exposición al riesgo y, con ello, la probabilidad de sufrir un ciberataque. Si 2022 fue complicado en materia de ciberseguridad, 2023 promete batir todos los registros.
Por ejemplo, en los tres primeros meses del año se ha producido un crecimiento del siete por ciento en el número de ataques a nivel global. Solo en España se detectan de media 1.252 ataques por semana, siendo el tercer país del mundo con más ciberataques sufridos por las corporaciones.
Adopción de medidas
Por otro lado, el tejido empresarial es cada vez más consciente del riesgo, y poco a poco las compañías van tomando las medidas necesarias para adaptarse a este entorno hostil. En este sentido, es importante señalar que en este proceso de adaptación, el tamaño sí importa.
Las compañías de mayor volumen están incorporando a su estructura equipos dedicados en exclusiva a trabajar por y para la ciberseguridad del negocio. La figura del CISO ocupa un papel cada vez más relevante en el organigrama.
El éxito de la digitalización de los autónomos pasa ineludiblemente por la ciberseguridad
Sin embargo, otras de menor tamaño optan por externalizar el servicio y delegan la tarea en compañías especializadas en la materia.
¿Y los autónomos? ¿Cómo están afrontando este problema? Recordemos que en España hay más de tres millones de autónomos que tienen un peso específico muy importante en la economía del país. Autónomos que también están viviendo su propio proceso de digitalización y que se ven obligados a asumir nuevos riesgos para no perder el tren del progreso.
Y es que las consecuencias de esta digitalización apresurada, y en muchos casos descontrolada, no se han hecho esperar y están derivando en un aumento exponencial del número de incidentes de seguridad en este colectivo que vive en las trincheras de la digitalización. Pensemos que si para cualquier empresa un incidente de cierta envergadura puede ponerla contra las cuerdas, en el caso de un autónomo el impacto es mucho mayor. Además, en multitud de ocasiones conlleva el cese de la actividad porque no es fácil sobreponerse a un quebranto económico de más de 100.000 euros, que es el coste medio de un siniestro de ciberseguridad.
Reto ineludible
Ante esta situación cabe preguntarse qué podemos hacer para intentar resolver este problema que nos afecta a todos. Porque recordemos que España solo estará digitalizada cuando sus autónomos lo estén, y para ello es preciso que la ciberseguridad no sea una asignatura suspendida y empiece a ocupar el puesto que le corresponde.
La tarea que tenemos por delante no es sencilla, pero el reto es ineludible. Así que intentemos esbozar una estrategia donde la responsabilidad esté compartida y todas las partes implicadas asuman el objetivo como propio.
En esta estrategia, lógicamente, el primer paso lo deben dar los propios autónomos, que tienen que ser conscientes de los riesgos que supone la digitalización para su negocio y desterrar de una vez por todas ese discurso de autoconvencimiento que pasa por las consabidas frases del tipo: «mi negocio es tan pequeño que no interesa a nadie», «la información que yo manejo no es importante» o «yo estoy muy tranquilo, hago una copia de seguridad de vez en cuando». Frases que terminan por llevarlos a la inacción.
Ciberseguridad e impulso digital
Desde Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA) trabajamos para que los autónomos se mantengan formados, informados y concienciados en materia de ciberseguridad y así poder seguir recorriendo con garantías el camino de la digitalización. No olvidemos que la concienciación, de manera natural, conduce a la prevención, que es la base para comenzar a desplegar cualquier modelo de ciberseguridad.
Pero no solo los autónomos son los que tienen que mover ficha. Las administraciones públicas también juegan un papel fundamental en este proceso. La agenda de la España Digital 2025 habla claramente de la necesidad de tener una Administración digitalizada, pero a esto convendría añadir que también sea cibersegura e inclusiva.
No basta con digitalizar los procedimientos administrativos del aparato público. Además, es necesario que estos procesos sean diseñados de manera cibersegura para proteger a los ciudadanos, y que su utilización no implique tener que asumir más riesgos, simplemente, por puro desconocimiento.
La realidad es que a los autónomos españoles les está costando bastante entender este galimatías digital en el que se ha convertido la Administración Pública, donde cada ayuntamiento, comunidad autónoma, dirección general, ministerio, etcétera, establece sus propias reglas dando por hecho que la
curva de aprendizaje para adaptarse al nuevo modelo electrónico es mínima o inexistente.
Grandes empresas
Pero en esta estrategia todavía hay más actores que deben facilitar que nuestra vida digital sea más cibersegura. Nos referimos a las grandes empresas, que en muchos casos son las que fijan las normas y marcan el modelo de negocio. Sirva de ejemplo la banca y su proceso acelerado de digitalización.
La distancia entre estas grandes organizaciones y los autónomos es, en muchos casos, enorme, cuando no directamente insalvable. Estas corporaciones obligan de manera unilateral a los autónomos a aceptar unos riesgos donde la parte más débil siempre es la más perjudicada. Nos referimos, por ejemplo, a medios de pagos inseguros, robo masivo de datos personales ante la total indefensión de los usuarios o procesos electrónicos tediosos y poco optimizados.
De este modo, para salvar esta distancia es preciso que las grandes compañías pongan al cliente en el centro, teniendo en cuenta que, en la mayoría de los casos, el cliente es un autónomo y que piensen en modelos de relación seguros para ambas partes.
Ecosistema compartido de ciberseguridad
En definitiva, se trata de que entre todos creemos un ecosistema que sea lo más ciberseguro posible para evitar poner en jaque el proceso de digitalización de la economía, porque es mucho lo que nos jugamos como país.
Y en esta estrategia de ciberseguridad compartida, no olvidemos que la cadena siempre se rompe por el eslabón más débil, y en este caso no hay duda de quién ocupa ese lugar: los autónomos.
Así que toca ponernos todos manos a la obra y pensar que el éxito de la digitalización de los autónomos, y por tanto de España, pasa ineludiblemente por la ciberseguridad.