«Tened miedo y esperad lo peor». Los ciudadanos ucranianos recibieron esta amenaza el 14 de enero a través de las pantallas de sus ordenadores. A diferencia de otras veces, el crudo aviso no llegaba en forma de movimiento militar o mediante una andanada de algún gerifalte del Kremlin. En esa ocasión, el acto de intimidación tomaba forma de ciberataque. Concretamente de uno de denegación de servicio en el que se vieron afectadas cerca de 70 páginas webs gubernamentales con un mensaje que contenía esas palabras y las imágenes de la bandera, el escudo y el mapa de Ucrania tachados. La guerra sobre el terreno estaba cada vez más cerca, pero la batalla soterrada que ambos países mantienen en la Red desde hace años no hacía más que continuar su rumbo.
Mucho antes de que Vladimir Putin empleara el eufemismo de «operación militar especial» para referirse a la invasión sobre Ucrania, Rusia comenzó una estrategia de ciberataques para desestabilizar y espiar a la antigua república soviética. La ocupación de Crimea marca el inicio de la disensión digital entre ambos países. Según los expertos, Rusia ha intensificado desde entonces sus operaciones en el ciberespacio contra las redes y sistemas de la información de Ucrania, que ha podido resistir gracias a la ayuda de diferentes países y organismos.
«Rusia lleva desde 2014 utilizando a Ucrania como una especie de campo de pruebas para sus ciberarmas y las campañas de desinformación y propaganda. Por tal motivo, se sospechaba que las agencias rusas podrían haber posicionado malware en infinidad de sistemas ucranianos y que, llegado el momento decisivo, se activarían provocando algo así como un «apagón» del ciberespacio ucraniano, con el que vendría el caos, la confusión, la desmoralización y hasta la inacción defensiva de su oponente», explica el capitán de navío Enrique Cubeiro en un documento de opinión del Instituto Español de Estudios Estratégicos.
¿Hay una ciberguerra en Ucrania?
Pero ese «apagón» o la gran catástrofe digital que algunos expertos vaticinaban no ha ocurrido. De ahí que el conflicto entre Rusia y Ucrania no pueda considerarse una ciberguerra en el sentido estricto de la palabra. «Los ciberataques no están teniendo el efecto sistémico que se esperaba. En algún momento se pensaba incluso que no sería necesaria una intervención militar porque habría una ofensiva de ciberataques que colapsaría el gobierno, las instituciones y la vida de la población; pero esto no se ha producido», confirma Félix Arteaga, investigador principal del Real Instituto Elcano.
Aún así, las operaciones en el ciberespacio están enmarcadas en lo que hoy en día se denomina «guerra híbrida» donde el ciberespacio es un dominio más para atacar al enemigo. Si bien el impacto de los ataques no es comparable a los bombardeos, estos forman parte de la hoja de ruta rusa. La compañía Microsoft, en un informe especial sobre la actividad de los ciberataques en Ucrania, señala al respecto que «los grupos rusos de amenazas cibernéticas han realizado acciones en apoyo a los objetivos estratégicos y tácticos de sus militares» desde el comienzo de la invasión, «aunque no está claro si hay coordinación, tareas centralizadas o, simplemente, un conjunto común de prioridades».
Al este respecto, David Cattler, subsecretario general de Inteligencia y Seguridad de la OTAN , y Daniel Black, analista principal de ciberamenazas de la organización, sostienen lo siguiente en un artículo publicado en la revista Foreign Affairs: «Si los observadores ven esta ciberofensiva como una serie de eventos aislados, su escala y significado estratégico se pierden en la violencia convencional que se desarrolla en Ucrania. Pero un recuento completo de las operaciones cibernéticas revela el uso proactivo y persistente de los ataques cibernéticos para apoyar los objetivos militares rusos. La percepción errónea de que Rusia ha sido restringida o ineficaz en la prosecución de su ciberguerra contra Ucrania probablemente se deriva del hecho de que las operaciones cibernéticas de Rusia no han tenido los efectos independientes y debilitantes que las evaluaciones previas a la guerra imaginaron que tendrían».
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