En 2025, la creciente polarización global ha generado un entorno propicio para el auge de la ciberdelincuencia. La fragmentación geopolítica, las tensiones entre países y la desconfianza en las instituciones potencian el uso del ciberespacio como un campo de batalla para ataques informáticos, fraudes y campañas de desinformación. En un mundo polarizado, la ciberdelincuencia como arma ofensiva seguirá evolucionando, con un número creciente de países y grupos afiliados lanzando ataques digitales para obtener ventajas políticas, económicas y militares.
Uno de los efectos más evidentes de esta polarización es el incremento del ciberataques convertido en arma política global. Las disputas internacionales han llevado a gobiernos a contratar expertos y hackers para lanzar ofensivas contra infraestructuras críticas de naciones rivales. Esta ciberguerra planetaria no solo compromete la seguridad energética, financiera y sanitaria, sino que también genera un clima de incertidumbre en la población. Además, las bandas de ciberdelincuentes independientes encuentran refugio en países donde las leyes son laxas o donde existe un interés en desestabilizar a sus adversarios.
Los cinco países que usan la ciberdelincuencia como arma ofensiva
En 2025, varios países destacan por utilizar la ciberdelincuencia como un arma ofensiva en el ámbito geopolítico y estratégico. Entre ellos destacan:
1) Rusia
Rusia ha sido históricamente uno de los principales actores en ciberataques contra gobiernos, empresas e infraestructuras críticas de países rivales. Se ha relacionado con campañas de desinformación, ataques de ransomware y hackeos a instituciones gubernamentales, especialmente en Occidente. Su enfoque en la «guerra híbrida» incluye operaciones cibernéticas para desestabilizar a la OTAN, la Unión Europea y elecciones en distintas partes del mundo.
2) China
China es conocida por su avanzada capacidad en ciberespionaje y ataques dirigidos contra instituciones gubernamentales, tecnológicas y militares. Tiene como objetivo principal el robo de propiedad intelectual y secretos científicos, tecnológicos y empresariales, afectando principalmente a EEUU, Europa y sus competidores en Asia. Sus ciberdelincuentes suelen estar vinculados al gobierno, operando con la finalidad de obtener ventajas económicas y estratégicas.
3) Corea del Norte
Corea del Norte utiliza la ciberdelincuencia como una fuente de financiación de su régimen, con ataques de ransomware, robos de criptomonedas y fraude financiero. Ha sido responsable de ataques como el de Sony Pictures en 2014 y varios hackeos a bancos internacionales mediante el sistema SWIFT. Estas operaciones tienen un componente de sabotaje y espionaje militar.
4) Irán
Irán ha intensificado sus ataques cibernéticos en respuesta a sanciones y conflictos con Estados Unidos, Israel y otros países del Golfo. Se le atribuyen ataques contra infraestructuras petroleras, eléctricas y sistemas gubernamentales de sus adversarios. Su estrategia también incluye campañas de desinformación y ataques a empresas privadas de tecnología.
5) Estados Unidos
En principio EEUU no es un país ciberdelincuente. De hecho, su gobierno y agencias de inteligencia, como la NSA y el Cibercomando, han llevado a cabo ofensivas cibernéticas contra adversarios. Casos como el ataque Stuxnet contra el programa nuclear iraní en 2010 evidencian su capacidad ofensiva. También realiza operaciones de vigilancia y sabotaje contra grupos considerados amenazas a su seguridad nacional.
Países emergentes en el uso de la ciberguerra
India y Pakistán han intensificado su guerra cibernética, especialmente en el contexto de sus disputas territoriales. Turquía ha aumentado su influencia en el ciberespacio, con operaciones contra grupos opositores y rivales regionales.
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