El 81 por ciento de los directivos considera que la pandemia de COVID-19 ha incrementado la necesidad de mejorar la ciberseguridad financiera de sus organizaciones. Así se desprende del último estudio de Eset.
Pero este documento va más allá. Para el 42 por ciento de los profesionales consultados, el cibercrimen y el confinamiento suponen una amenaza equivalente para la seguridad de las finanzas en sus organizaciones. En concreto, las compañías con más de 1.000 trabajadores creen que el cibercrimen supone una amenaza mayor. Pero, por el contrario, las empresas con menos de 50 piensan que el impacto causado por el confinamiento ha sido peor que un ciberataque.
Futuro: ciberseguridad y protección de datos
En cuanto al devenir una vez superada la pandemia, un tercio de las compañías piensa que proteger sus datos será la prioridad principal. A continuación se sitúa la mejora de la eficiencia (28%). Para implementar todo eso, los directivos consideran que las tecnologías fundamentales en las que deberán invertir son las relacionadas con la detección de fraude con tarjeta (54%) y análisis de robo de identidad (50%).
«La mayoría de las empresas de todo el mundo está luchando por mejorar su situación financiera. Por tanto, es más importante que nunca que su parte financiera se encuentre protegida con las mejores soluciones de ciberseguridad», afirma Ignacio Sbampato, director de negocio en Eset.
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