La brecha de inversión en IA: Un abismo en la innovación global

Inteligencia artificial en ciberseguridad industrial
Gabriela Bustelo

La brecha de inversión en IA —la disparidad en financiación, recursos y enfoque estratégico en inteligencia artificial— se ha convertido en un problema crítico que configura la competitividad económica y tecnológica global. Si bien un puñado de países y corporaciones dominan el desarrollo de la IA, persisten grandes asimetrías entre regiones, sectores y empresas, lo que pone en riesgo un futuro donde los beneficios de la IA se concentren en unas pocas.

Disparidades geográficas de la inversión en IA

Estados Unidos y China representan conjuntamente más del 70% de la inversión mundial en IA, impulsada por una sólida financiación del sector privado y el apoyo gubernamental. En 2023, gigantes tecnológicos estadounidenses como Google y Microsoft destinaron miles de millones a I+D en IA, mientras que las iniciativas chinas, respaldadas por el Estado, priorizaron avances en reconocimiento facial y sistemas autónomos.

Por el contrario, la Unión Europea, a pesar de ser pionera en una Ley IA que prioriza la regulación ética, se queda atrás en financiación, invirtiendo aproximadamente la mitad que China. Las economías emergentes afrontan desafíos más graves: la inversión total en IA de África, por ejemplo, constituye menos del 1% de los totales mundiales, obstaculizada por deficiencias de infraestructura y escasez de talento.

Desfases sectoriales y empresariales

Industrias como la salud, las finanzas y la tecnología lideran la adopción de la IA, aprovechando algoritmos para el descubrimiento de fármacos, la detección de fraudes y los servicios personalizados. Sin embargo, sectores como la agricultura y la educación siguen desatendidos, frenados por sistemas anticuados y por la aversión al riesgo. De igual manera, las pequeñas y medianas empresas (pymes) tienen dificultades para competir con las grandes compañías y las multinacionales. Un informe de la OCDE de 2022 indica que el 80% de las patentes de IA provienen de empresas con más de 1.000 empleados, lo que pone de relieve el limitado acceso de las pymes al capital y la experiencia.

Brecha de inversión IA en la Unión Europea

En cuanto a Europa, la brecha de inversión en IA refleja tanto obstáculos sistémicos como un progreso fragmentado entre los estados miembros. Como decíamos, la UE es líder mundial en cuanto a normativa IA para proteger los derechos individuales, encabezada por su histórica Ley de IA. Pero sus inversiones financieras y estratégicas son mucho menores que las de Estados Unidos y China. Europa no solo sufre una brecha de inversión IA respecto a las superpotencias globales, sino también una disparidad interna de inversión de los estados miembros. El gasto conjunto de la UE en IA alcanzó aproximadamente 12.000 millones de euros (13.000 millones de dólares) en 2023, muy por debajo de los 30.000 millones de China y los 50.000 millones de dólares de Estados Unidos.

Iniciativas como Horizonte Europa y el programa Europa Digital buscan impulsar la I+D, pero la financiación sigue estando dispersa y, a menudo, aislada entre países. Los países del norte y el oeste de Europa, como Francia y Alemania, lideran la adopción de IA, impulsados ​​por sólidas colaboraciones público-privadas y centros tecnológicos como Station F en París o las startups especializadas en IA en Berlín. Mientras tanto, los países del sur y el este de la UE, incluida España, tienen ecosistemas de innovación más reducidos, un capital riesgo limitado y además dependen de los fondos de cohesión de la UE para cubrir las deficiencias de infraestructura.

El mapa de la IA en España

España ejemplifica el panorama desigual de la IA en la Unión Europea. Nuestro país ha avanzado con su Estrategia Nacional de IA (2024), comprometiendo 600 millones de euros para fortalecer la I+D, las competencias digitales y la integración sectorial de la IA en la sanidad. Pero la inversión española palidece en comparación con el presupuesto anual de 1.500 millones de euros en IA de Francia o las iniciativas de IA industrial de Alemania. En todo caso, Barcelona y Madrid se han consolidado como y ciudades inteligentes y polos de innovación, albergando startups como Sherpa AI y atrayendo a multinacionales tecnológicas potentes, como demuestra el centro de investigación de IA de Google en Barcelona.

Persisten los desafíos: la economía española, dominada por las pymes, tiene dificultades para escalar las soluciones de IA, mientras que la fuga del talento sigue siendo un problema, ya que muchos investigadores se ven atraídos al extranjero por los mejores salarios y recursos. Además, España recurre de manera constante a la financiación de la UE —como la asignación de 450 millones de euros del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia a España para proyectos de IA— pone de relieve las dependencias persistentes. Para competir, España debe profundizar la colaboración transfronteriza, incentivar la inversión privada y alinear su estrategia nacional con el Plan Coordinado de la UE sobre IA, que busca armonizar esfuerzos fragmentados. Sin una acción acelerada, España —y la UE en su conjunto— corren el riesgo de quedar fuera de la carrera global de la IA, a pesar de sus ambiciones de liderazgo ético.

Consecuencias globales de la brecha IA

Este desequilibrio corre el riesgo de exacerbar la desigualdad global. Las regiones que invierten poco en IA podrían enfrentarse a una menor competitividad, la pérdida de empleos y la necesidad de tecnologías extranjeras. También se perfilan preocupaciones éticas: los sistemas de IA desarrollados sin aportaciones diversas pueden generar sesgos, mientras que la fragmentación regulatoria podría socavar la rendición de cuentas.

 

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