En los últimos meses hemos sido testigos de cómo la Inteligencia Artificial (en adelante IA) ha irrumpido en nuestras vidas, acaparando una gran atención de los medios de comunicación y permeando en todos los ámbitos del mundo laboral y personal. La IA ha sustituido al coronavirus en las conversaciones cotidianas, ocupando los trending topic de moda y los titulares en los principales medios de comunicación.
La realidad es que la IA ha superado todas las expectativas imaginables y está teniendo un impacto como hacía mucho que no veíamos en otros avances tecnológicos disruptivos. Herramientas basadas en la IA como ChatGPT, de la empresa estadounidense OpenAI, han logrado un éxito sin precedentes: ha conseguido la friolera de más de cien millones de usuarios en apenas unos meses.
La IA es, por tanto, el nuevo niño bonito del mundo tecnológico, y todo apunta a que será un fenómeno que tendrá importantes implicaciones sociales, económicas y laborales difíciles de cuantificar. De este modo, podemos hablar de un rediseño de los patrones de trabajo y una transformación de las industrias y los modelos económicos tal y como los conocemos en la actualidad. Casi todos los campos y disciplinas van a verse afectados de una forma u otra: desde la investigación científica hasta la medicina, pasando por la industria de seguridad y defensa, la producción industrial o el ocio, entre muchos otros.
La Inteligencia Artificial va a revolucionar la ciberseguridad tal y como la concebimos ahora
Y la ciberseguridad no va a ser ajena a este fenómeno. De hecho, la IA va a revolucionar la seguridad informática tal y como la concebimos en la actualidad. El impacto en la lucha contra los ciberataques y la protección de los activos digitales y las infraestructuras de telecomunicaciones será considerable. Las capacidades de la IA irán mucho más allá de la simple automatización de tareas, convirtiéndose en una herramienta indispensable para cualquier organización que desee protegerse adecuadamente.
Por ejemplo, las avanzadas capacidades de la IA permitirán predecir tendencias y patrones maliciosos en tiempo real antes de su materialización en ciberataques, gestionar de forma autónoma y eficaz los controles de seguridad de una organización e incluso definir estrategias y planes de acción como si hubieran sido diseñados por el mejor de los expertos.
En este artículo identificamos algunos de los campos de la ciberseguridad en los que creemos que resultará más útil la implementación de la Inteligencia Artificial y los diversos escenarios y retos que ésta nos plantea en un futuro no demasiado lejano.
Gestión de incidentes con Inteligencia Artificial
En la actualidad ya disponemos de herramientas automatizadas que permiten detectar de forma temprana los incidentes de seguridad gracias a la ayuda de la IA para analizar e interpretar grandes volúmenes de datos. Los algoritmos de la IA se nutren a través de la información que se le proporciona, pudiendo identificar de forma temprana cualquier amenaza potencial en base al estudio de escenarios pasados y lecciones aprendidas.
La IA también desempeña un papel crucial en la gestión de los incidentes de seguridad mediante soluciones SOAR (Security Orchestration Automation and Response) que automatizan y coordinan las respuestas a incidentes de seguridad, lo que garantiza una gestión rápida y efectiva. Además, la IA puede ser particularmente eficaz para identificar amenazas internas, que a menudo son más difíciles de detectar debido a la complejidad de los patrones de comportamiento asociados. Mediante el seguimiento y análisis de estos patrones, la IA puede identificar desviaciones sutiles pero significativas en las acciones de los empleados que podrían indicar una amenaza interna y poner en riesgo a la organización.
Eso sí, a medida que los algoritmos de aprendizaje automático continúen evolucionando en los próximos años, la IA mejorará sustancialmente su capacidad para detectar y responder a las amenazas de seguridad de manera más rápida y precisa.
Es probable que la IA sea capaz de detectar y gestionar amenazas emergentes y desconocidas mediante la identificación de complejos patrones de comportamiento y anomalías que las soluciones actuales pasan por alto. A medida que estas técnicas de IA evolucionen, podemos esperar que se conviertan en una herramienta cada vez más potente para detectar y gestionar incluso las amenazas más sigilosas y complejas como las temidas Advanced Persistent Threats. Si bien el elemento humano continuará siendo necesario en el proceso de gestión de incidentes, el papel de estas soluciones automatizadas mediante IA será cada vez mayor, pudiendo alcanzarse un grado de autonomía y precisión muy elevados.
Vulnerabilidades
La gestión de vulnerabilidades y el correspondiente parcheado de las mismas son, a día de hoy, uno de los procedimientos de seguridad más relevantes que pueden existir en una organización. Si bien ya disponemos de soluciones que permiten la detección y gestión de vulnerabilidades con un alto grado de automatización, la IA puede ayudar considerablemente en una gestión más eficaz de las mismas.
En un futuro, una adecuada implementación de la IA en este campo posibilitará no solo identificar las vulnerabilidades conocidas, sino también predecir las desconocidas, las Zero Day. De esta forma, se logrará un alto grado de detección y mitigación proactiva que permita hacer frente a las vulnerabilidades más imprevistas. Es de esperar, por tanto, una enorme mejora en la disminución de la superficie de riesgo de las organizaciones y los vectores de ataques derivados de vulnerabilidades no remediadas.
La IA puede facilitar, además, la mitigación de vulnerabilidades mediante la agilización y optimización del proceso de parcheado. La aplicación de parches y cambios de forma automatizada respaldados por la IA permitirá reducir aún más el tiempo de respuesta. Así, en lugar de depender de los equipos de seguridad para descargar y aplicar los parches de seguridad, los sistemas de IA podrán implementarlos de manera automatizada y precisa, minimizando la ventana de oportunidad para que los atacantes exploten las vulnerabilidades.
Podemos predecir, entonces, que la IA permitirá realizar de forma completamente autónoma y sin necesidad de intermediarios humanos el ciclo que comprende la detección de vulnerabilidades, su priorización, la descarga del correspondiente parche del proveedor, su implementación y, finalmente, la verificación de la adecuación de éste.
Riesgo tecnológico
La gestión del riesgo tecnológico es el pilar sobre el que se debe erigir cualquier estrategia de ciberseguridad que se precie. La IA transformará por completo nuestra concepción de la gestión del riesgo, catalizando un cambio desde el actual enfoque tradicional del análisis del riesgo hacia uno más autónomo, adaptativo y predictivo. En concreto, la IA, con sus potentes algoritmos y aprendizaje automático, puede proporcionar una visión granular y en tiempo real del panorama de riesgos de una organización, actualizándose en base a cualquier cambio que se realice en la entidad.
La IA, asimismo, podrá facilitar la implementación de controles que mitiguen adecuadamente los riesgos en tiempo real y de forma autónoma y adaptativa a un entorno en constante cambio. Este nuevo panorama permitirá una gestión del riesgo sin precedentes, mucho más eficaz y operativa que cualquier método de gestión de riesgos utilizado hasta la fecha. A medida que los nuevos riesgos se identifiquen proactivamente y de manera dinámica, la IA, con su capacidad para aprender y adaptarse, podrá sugerir las acciones de seguridad más adecuadas y efectivas para cada escenario y sin la necesidad de intermediarios humanos. Se podrán priorizar, además, las mitigaciones en función del nivel y el apetito al riesgo de la organización, garantizando un equilibrio óptimo entre la seguridad y la operatividad del negocio.
Por ejemplo, la IA tendrá la capacidad de cubrir todo el ciclo de vida del riesgo, desde su detección inicial hasta su mitigación. Este ciclo continuo de aprendizaje y adaptación facilitará una protección proactiva y dinámica, comparable, e incluso superior, a la proporcionada por los especialistas humanos en ciberseguridad. Igualmente, el potencial de la Inteligencia Artificial irá más allá del presente, ya que su capacidad para analizar patrones históricos en tendencias globales en ciberseguridad permitirá generar pronósticos precisos sobre los futuros riesgos de seguridad. Este enfoque predictivo permitirá a las organizaciones estar un paso por delante de las amenazas de forma proactiva y altamente eficaz.
Formación
La formación y concienciación en ciberseguridad se ha convertido en una necesidad primordial, ya que el factor humano continúa siendo el eslabón más débil en la cadena de seguridad. En este contexto, la IA será un recurso valioso para mejorar ambos elementos, proporcionando herramientas de aprendizaje avanzadas y personalizadas. Las futuras herramientas de formación permitirán adaptar y personalizar el contenido según las necesidades y el nivel de habilidad de cada trabajador.
Será habitual disponer de contenido personalizado, adaptado y en tiempo real a cada empleado. En este sentido, la IA proporcionará actualizaciones y formación continua a medida que surgen nuevas amenazas y ciberataques, manteniendo el plan de formación alineado con las buenas prácticas de la industria y las novedades del sector.
La IA, al llevar la personalización a un nivel superior, podrá ofrecer un modelo de entrenamiento mucho más sofisticado, centrado en la creación de simulaciones de gran realismo y adaptadas a cada escenario. Las organizaciones podrán beneficiarse de ciberejercicios de formación modelados para sus necesidades específicas, representando fielmente sus sistemas, sus flujos de trabajo y sus amenazas potenciales. Además, la IA podrá incorporar automáticamente nuevas amenazas emergentes en estos escenarios de formación, asegurando que los equipos estén preparados para el panorama de amenazas en constante evolución.
Problemática de la Inteligencia Artificial
Si bien una adecuada implementación de la Inteligencia Artificial dentro en el ámbito de la ciberseguridad ofrece una gran oportunidad que no deberemos dejar pasar, también presenta una serie de problemas y riesgos que hay que tener en consideración.
En primer lugar, nos encontraremos con que, a medida que las organizaciones se vuelven cada vez más dependientes de la IA para gestionar su ciberseguridad, más vulnerables serán a los problemas derivados de un sistema de IA mal entrenada. Una adecuada formación de la IA es un proceso delicado que requiere una ingente cantidad de información, tiempo y pruebas que validen su correcto funcionamiento. Una IA mal ‘alimentada’ puede derivar en escenarios imprevisibles que afecten perjudicialmente a la ciberseguridad de una entidad. Se deberá prestar especial atención, además, a las vulnerabilidades en el código de las inteligencias artificiales, siendo recomendable la auditoría y revisión periódica de las mismas.
La Inteligencia Artificial no es una panacea para todos los problemas de ciberseguridad
La IA, asimismo, no es inmune que los actores malintencionados la exploten. La misma tecnología que permitirá a las organizaciones reforzar su ciberseguridad podrá ser utilizada por los delincuentes para facilitar y perfeccionar sus actividades ilícitas. Un buen ejemplo lo encontraremos en la elaboración de ataques de phishing mediante IA. Tradicionalmente, estos ataques dependían de la habilidad del delincuente para crear correos electrónicos y sitios web convincentes. Sin embargo, con el advenimiento de la IA, los criminales podrán automatizar y refinar este proceso generando correos electrónicos de phishing que sean casi indistinguibles de los legítimos, haciéndolos altamente atractivos para las víctimas potenciales. Que los delincuentes puedan enviar de forma masiva y automatizada spear phishing nos empezará a preocupar muy pronto.
Otro problema que deberemos abordar es el potencial de la IA para facilitar la creación de deep fakes, que son manipulaciones de vídeos o audios de forma casi indiscernible de los originales. Mediante estas técnicas se podrá crear contenido falso o engañoso altamente convincente que sea utilizado en técnicas de ingeniería social para engañar a los individuos con el objeto de revelar información confidencial o para dañar la reputación de una organización. Recibir un vídeo falso generado por IA por parte de una persona de nuestra confianza solicitando información sensible puede sonar a ciencia ficción, pero pronto será una realidad.
Por todo ello se deberán reforzar más que nunca los esfuerzos en formación y concienciación de los trabajadores en materia de ciberseguridad, con un especial énfasis en los ataques elaborados mediante Inteligencia Artificial .
Conclusiones
Prácticamente todos los ámbitos de la ciberseguridad se verán afectados en mayor o menor medida por la implementación de la Inteligencia Artificial. Esto incluye sustanciales mejoras en la gestión del riesgo tecnológico, incidentes de seguridad, el parcheado de sistemas o la formación, entre otros muchos aspectos. La automatización avanzada de tareas, el análisis predictivo de gran granularidad o la creación de contenidos de formación a la carta serán solo algunas de las novedades que la IA traerá consigo a nuestro sector. Estos desarrollos permitirán a las organizaciones ser más eficientes y autónomas en su lucha contra las ciberamenazas.
No obstante, es crucial entender que la IA, por avanzada que sea, no debe ser considerada como una panacea para todos los problemas de ciberseguridad. La IA no debe desplazar por completo a las buenas prácticas de seguridad existentes ni sustituir la valiosa percepción, juicio e intuición humanos. Un riesgo al que nos enfrentamos con la adopción de la IA es la complacencia, que puede disminuir nuestra capacidad para el pensamiento crítico y el análisis, habilidades esenciales para nuestro campo.
Además, como con cualquier tecnología emergente, la IA plantea desafíos significativos en el área de la ética y la privacidad. Se requerirá un examen constante y detallado de cómo se utiliza para asegurar su manejo responsable. Es fundamental que abordemos proactivamente estas cuestiones, evitando el abuso de sus capacidades y garantizando que su utilización se lleve a cabo de forma íntegra y ética. De este modo, podremos minimizar cualquier impacto adverso que la IA pueda tener en la seguridad y privacidad de las personas.
En definitiva, el futuro de la ciberseguridad con la Inteligencia Artificial parece prometedor, pero es imprescindible abordarlo con precaución y responsabilidad, asegurándonos de equilibrar las ventajas potenciales con los posibles riesgos y desafíos que supone su adopción. No en vano, y sin lugar a dudas, ha llegado para quedarse y dará mucho que hablar en los próximos años.