Según las conclusiones publicadas en el estudio titulado Data Age 2025, realizado por la consultora IDC a instancias de la empresa Seagate, para el año 2025 se habrán creado más de 163 zetabytes de datos en el mundo, una cifra diez veces superior a lo registrado en 2016. Y no sólo eso, para entonces, el 20 por ciento de todos ellos serán críticos para la vida diaria de las personas y empresas.
El Big Data ayuda a procesar, analizar y obtener el máximo valor de todos estos grandes volúmenes de información existentes en múltiples formatos y fuentes, permitiendo tomar decisiones informadas de manera rápida y rentable. Por eso, actualmente muchas empresas están inmersas en el despliegue de este tipo de proyectos.
Tanto es así que IDC estima un crecimiento anual compuesto del 11,7 por ciento en la inversión en tecnologías relacionadas con la gestión y análisis de los datos, pasando de los 130.100 millones de dólares que se dedicaron a esta tarea en 2016 a más de 203.000 millones para el final de la década.
La prioridad de su implementación, por tanto, aumenta en las organizaciones de todo el mundo, incluidas las españolas. No en vano, según confirma el informe Enterprise Data Driven, elaborado recientemente por Qlik e IDC, ésta ya es la segunda prioridad para las empresas en cuanto a inversión en nuevas tecnologías en los próximos 12 meses, sólo por detrás de la movilidad, pero por delante de iniciativas como el cloud y el Internet de las Cosas.
IDC estima un crecimiento anual compuesto del 11,7 por ciento en la inversión en tecnologías relacionadas con la gestión y análisis de los datos, superando los 203.000 millones para el final de esta década
Es más, el último informe sobre la Sociedad de la Información realizado por la Fundación Telefónica desvela que un 35 por ciento de las grandes empresas, un 28 por ciento de las medianas y un 20 por ciento de las pequeñas realizaron inversiones en torno a sus datos a lo largo de 2016.
Eso sí, en todos los casos, la naturaleza de los proyectos de Big Data requiere agregar información de diversas fuentes, utilizar datos productivos y sensibles, definir procesos de extracción y carga ad hoc, utilizar equipos y procesos no integrados en los estándares de seguridad de los entornos tradicionales… Todo ello, tal y como explica Eduardo Argüeso, director de IBM Security para España, Portugal, Grecia e Israel, «abre claramente una serie de riesgos específicos del Big Data en los ámbitos de la confidencialidad, la privacidad, la auditoría y el cumplimiento normativo».
Efectivamente, como toda herramienta potente y novedosa, surgen dudas y preocupaciones sobre posibles usos que, o bien no sean lícitos por realizarse sin respaldo legal para ello, o bien generen abusos en usos basados en el valor económico de los datos personales.
Riesgos y amenazas
Aquí aparecen los posibles riesgos, tanto normativos como tecnológicos, que pueden poner en jaque a los proyectos de Big Data. Por ejemplo, en el primer caso, según el Código de buenas prácticas en la protección de datos para proyectos de Big Data, elaborado por la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) y la Asociación Española para el Fomento de la Seguridad de la Información (ISMS Forum Spain), «la generación de perfiles de consumidores o profiling es, sin duda, uno de los usos principales del Big Data, y puede entrañar riesgos por posibles tratamientos basados en predicciones, si se utilizan de forma discriminatoria excluyendo a sectores minoritarios en base a los resultados analizados». Y no sólo eso. También surgen temores fundados sobre su potencial uso en sectores poblacionales vulnerables como menores, ancianos o colectivos marginados, «por lo que es necesario establecer garantías adecuadas en todos los ámbitos», señala el documento.
Según los expertos consultados, las organizaciones deben utilizar todos los mecanismos a su alcance para limitar y auditar los accesos a los grandes volúmenes de datos
A esto se añaden otras dificultades que tampoco son menores y que están relacionadas con el origen y la procedencia de la información, que no siempre proviene de fuentes propias sino también de terceros, y al uso de los datos por diferentes figuras. Finalmente, también aparecen cuestiones que hay que tener presentes como el plazo de conservación y retención de los datos, así como el uso y la reutilización de datos previamente disociados.
Llega el RGPD
A todo lo anterior, se une otro hecho fundamental desde el punto de vista normativo. Y es que el próximo 25 de mayo será de obligado cumplimiento el nuevo reglamento europeo de protección de datos (RGPD), lo que tendrá un gran impacto en los proyectos de Big Data. Esta legislación establece varios roles y sus respectivas responsabilidades. Por ejemplo, en opinión de Eduard Palomeras, consultor principal de seguridad de CA Technologies Iberia, «destaca la obligación de informar sobre incidentes de seguridad que afecten a datos con información personal. Para ello necesitamos detectar lo antes posible los incidentes y disponer de los datos recopilados para crear el informe correspondiente». Además, recoge la obligación de proteger los datos con medidas de control de acceso y de anonimización, así como establecer canales de acceso controlados y auditados con geolocalización. «Las organizaciones con soluciones de automatización que dispongan de conectores para Big Data pueden reutilizarlas, ya que incluyen controles de transferencia y monitorización que cumplen con dichas normativas», añade el directivo.
Por su parte, María Campos, directora regional de McAfee España, opina que el Reglamento «supone un cambio significativo en las obligaciones de las organizaciones que gestionan datos personales». A partir de la mencionada fecha, «las empresas están obligadas a optimizar sus estrategias de protección de datos, mejorando su capacidad de salvaguarda, detección y corrección de pérdida de datos e intentos de robo de información personal», puntualiza.
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